Presidiendo la Plaza de la Constitución (en la actualidad Plaza del Dr. Ferrándiz), se encuentra la Iglesia Parroquial, descrita minuciosamente por Pascual Madoz: «El templo fue construido desde 1759 hasta el 61, habiéndose consagrado en 25 de julio de 1764; es un edificio bastante sólido, aunque de piedra y cal, lo mismo que su torre, que es bastante elevada y de buena forma, con su reloj y 3 campanas; es de tres naves, y la principal tiene 429 palmos de larga, 78 de ancha y 80 de alta, con 9 altares incluso el mayor, dedicado á San Jaime, todo de madera y bien trabajado.”
Efectivamente, el edificio fue construido entre 1.759 y 1.761, durante el reinado de Carlos III. Está consagrada a San Jaime Apóstol (por haber sido Orxeta una encomienda de la Orden Militar de Santiago hasta 1817), cuya imagen ocupa el altar mayor. Los altares laterales están dedicados a los patrones del pueblo, Santo Tomás de Villanueva, que fue arzobispo de Valencia y San Nazario, mártir de Milán. La capilla de la Comunión, por su parte, está dedicada a Santa Isabel de Portugal.
Se trata de un edificio que asimila la planta contrareformada a la disposición de la tipología neoclásica. Es decir, nave única, formada por tres tramos y capillas laterales de planta cuadrada, dispuestas entre contrafuertes. La perforación de estos elementos estructurales permite la comunicación entre aquellos espacios, dando como resultado las características de falsas naves laterales.
La nave principal se cubre mediante bóveda de cañón seguido, y el crucero queda configurado por la nave principal y la transversal, que se materializa por la supresión de las capillas laterales. Está cubierta por cúpula muy rebajada. Tras el crucero, el presbiterio ocupa un espacio cuadrado siguiendo la alineación de la nave principal. A cada lado quedan dos espacios, cuyo ancho se corresponde con las capillas laterales.
En cuanto a la ornamentación, se inscribe en principios neoclásicos, aunque las sucesivas capas de pintura, superpuestas a los acabados originales, desvirtúan aquellos presupuestos.
Las cubiertas son inclinadas a dos aguas y, coincidiendo con el crucero, existe un tramo longitudinal que está resuelto a cuatro aguas. Toda la superficie de cubierta está formada por tejas cerámicas de tipo curvo.
La fachada se caracteriza por estar mantenida en un plano, donde se impone por su dimensión el hueco de acceso y, aunque presenta molduras, no revisten especial relevancia.
Durante la guerra civil española, en 1936, el templo fue incendiado, y tanto los altares de madera como las imágenes fueron consumidos por las llamas, desapareciendo todos los objetos de culto. De este modo se perdió para siempre el grupo escultórico de San Nazario, realizado por el artista valenciano José Esteve y Bonet (terminada el día 24 de marzo de 1.780), la cual se hallaba emplazada en uno de los altares, a la altura del crucero. La restauración del edificio se realizaría finalmente en 1.943.
Por otra parte, aislada y a un lado de la fachada, queda la torre del campanario, formada por cuatro cuerpos superpuestos. Al igual que la iglesia, ha sido objeto de restauración en diversos momentos de la historia, la última de ellas en el año 1954. Las campanas también fueron sustituidas en 1940, conocidas con los nombres de San Jaime, San Tomás y San Nazario, en homenaje a los santos patronos.
Precisamente, pocos años antes del momento en que se realizaron las fotografías seleccionadas, la torre sufrió un grave accidente que conmocionó a la población, durante el transcurso de una tormenta, al recibir el impacto de un rayo, el día 11 de abril de 1894.
Debió quedar en tan precario estado de conservación que, ante la amenaza inminente de ruina, rápidamente se tomaron medidas extraordinarias, notificándose el hecho a las autoridades competentes. El 29 de abril de 1894, se acuerda en acta municipal suprimir la misa matutina: “[…] debido a la tormenta ocurrida el día 11 del mes actual una chispa eléctrica había destruido la cúpula de la torre-campanario arrancando en toda su base la veleta quedando por dicho motivo en estado ruinoso la expresada torre que amenaza su próximo derrumbamiento, cuyo hecho se puso en conocimiento […] al Señor Gobernado Civil de la provincia para que adoptara las medidas convenientes en fecha 13 del mismo y que según noticias aquella autoridad superior había puesto el hecho en conocimiento del Prelado de la Diócesis de Valencia a que pertenece esta villa […] como medida preventiva debía suprimirse la misa matutina que sufraga el municipio evitando con ello la aglomeración de gente que concurre a dicha misa […]”.
Sin embargo, nunca se recibió la ayuda solicitada. Desde el día 13 de abril de 1894, en que la Alcaldía pone en conocimiento del Gobernador Civil el estado ruinoso de la torre-campanario, tan sólo se recibe un telegrama por parte de su Eminencia el Cardenal, el día 10 de noviembre de 1895, dando disposiciones para la clausura de la iglesia “en prevención de evitar una catástrofe”.
La situación era insostenible, y el 9 de diciembre de 1900 se decide la reparación de la azotea del campanario y la colocación de la veleta, alegando que “[…] con motivo del derribo de la cúpula del campanario por amenazar un seguro desprendimiento había quedado en mal estado la azotea del mismo de tal modo que las aguas pluviales filtrando por las grietas llegan hasta introducirse en el departamento destinado al reloj publico y por ello continúan en aumento los desperfectos siendo urgente llevar a efecto esta reparación y al mismo tiempo colocar la veleta que señala los vientos reinantes que fue derribada por una exhalación eléctrica […]”.
Años después, la torre de la iglesia seguía suponiendo un peligro público. En el acta del 17 de mayo de 1903, se acuerda derribar la cornisa de la torre de la Iglesia por su inestabilidad: “[…] la ultima cornisa que existe en la torre de la Iglesia se encuentra bastante deteriorada y en estado peligroso pues casi todos los días hay desprendimientos de ella que pone en peligro a los que pasan por el lado de ella tanto en la calle como en las tierras adjuntas por lo cual debe reponerse dicha cornisa o derribar de ella la parte peligrosa […]”.
A pesar de los esfuerzos, y sin los recursos económicos suficientes para acometer un proyecto de restauración en profundidad, el proceso de ruina del templo avanzaba imparable con los años. Aun siendo lamentable su aspecto exterior, en su interior los síntomas eran aún más inquietantes, tal y como se denunciaba en la sesión del Ayuntamiento del 23 de abril de 1905: “[…] pues a la simple vista se observa una grande apertura en el centro y lados del arco central, ocurriendo lo propio en los dos laterales del crucero de la misma y temeroso que en un momento dado pudiera suceder el desplome de estos y de la bóveda central, y al objeto de evitar alguna hecatombe de graves consecuencias […]”.