Las Jornadas de Pintura al Aire Libre se celebraron con éxito creciente en Orxeta desde el año 2003 hasta el año 2011, y se convirtieron en un auténtico punto de referencia para multitud de eventos culturales a nivel local y provincial.
De este modo, a principios de cada primavera, la proverbial tranquilidad del pueblo de Orxeta se veía truncada por la algarabía de una legión de artistas, que convertían sus calles y plazas por unos días en un gran festival de artes plásticas al aire libre.
El acto fue punto de encuentro de cientos de personas, entre las que merecen mención especial los alumnos, profesores y profesionales de una institución ilicitana de gran prestigio en el mundo de las Artes Plásticas: la Escuela de Pintura Hort del Xocolater.
A ellos se sumaban con gran entusiasmo los niños y niñas residentes del mismo pueblo, que daban a su vez, con sus humildes rotuladores y ceras, una gran lección de creatividad, trabajo y oficio artístico, arropados por los consejos y la atención de los profesores convocados.
El gran atractivo de este proyecto artístico era, sin duda, el inmejorable marco urbano en el que se desarrolla: el casco histórico tradicional de Orxeta. Se trata de un verdadero dédalo de irregulares callejas y apretadas casitas de vivo colorido, claro exponente de la arquitectura tradicional alicantina. A ello debemos añadir el maravilloso entorno natural, un rincón a medio camino entre la costa y el interior más agreste de la provincia de Alicante.
Las Jornadas de Pintura al Aire Libre no pretendieron ser el tradicional concurso de pintura rápida. No se buscaba la rapidez en la ejecución o la fidelidad al modelo, ni las obras eran juzgadas y premiadas por un jurado cualificado.
Simplemente se pretende disfrutar de una apacible jornada de pintura, realizando en unas pocas horas (o días) las obras que meses después eran expuestas en el municipio, para el disfrute general de artistas, autóctonos y visitantes. Al fin y al cabo, el disfrute del arte fue siempre el objetivo último que todos, pintores, organizadores y espectadores, perseguimos. Acercar a la gente de la calle algo que en principio puede sonar tan pretencioso como es el proceso de creación artístico, el acto “mágico” de pintar un cuadro.
Los artistas trasladaban sus talleres a las calles, y los caballetes tomaban por completo las pintorescas callejuelas de Orxeta (cerradas al tráfico para la ocasión), tomando como modelo alguno de los infinitos motivos que nos brindan los edificios del casco antiguo de tradición medieval, la célebre huerta orxetana o los espectaculares parajes naturales que envuelven el valle, a orillas del río Sella. Trabajaban sin descanso ante la contemplación y la curiosidad de los vecinos, mostrando con total naturalidad en qué consiste realmente su oficio, sin “misterios” ni “fórmulas secretas”.
Para los artistas suponía también, por su parte, un magnífico ejercicio donde emplearse a fondo para capturar en sus lienzos las texturas, la luz y los colores que se muestran desbordantes en unos siempre espléndidos días primaverales, que terminaban por redondear gratamente la experiencia.
El evento finalmente tenía como colofón una muestra al aire libre de los trabajos realizados en la plaza principal de Orxeta, preludio de una exposición de los trabajos que se solía celebrarse hacia el mes de septiembre/octubre del mismo año.
A continuación, mostramos el testimonio de algunas de las personas que participaron en esta inolvidable experiencia: